![]() |
||||
EPILOGO
La existencia de una unidad psico-somática en el hombre hace que ante un estado de conciencia subyazca un proceso psico-físico, de manera que el cuerpo y el alma siempre se dan a un mismo tiempo, lo cual nos convoca a considerar el cuerpo animado o el alma corporizada como el escenario donde suceden los síntomas de la enfermedad.
Durante el desarrollo de la vida se requiere una satisfacción de las necesidades biológicas que en el ser humano alcanzan una dimensión psicobiologica: todas aquellas circunstancias que ponen en juego nuestros requerimientos y su satisfacción forman un “caldo de cultivo”, que subyace en las respuestas psicofisicas que hemos convenido en denominar enfermedad.
En algunas ocasiones –cada vez con más frecuencia en los últimos años- aparecen enfermedades graves que provocan en una alto porcentaje una muerte prematura y esta se produce en medio de la vida un ser humano, antes de llegar al punto final de la existencia biológica; ¿cómo interpretar este hecho tan doloroso?
Cuando sucede esta situación -sea en nosotros o en alguno de nuestros familiares o personas queridas- se pone en marcha, antes que ocurra el desenlace, todo un arsenal de medidas que propone la ciencia médica. Independientemente de la libertad individual para efectuar tal tipo de procedimientos terapéuticos y sus resultados prácticos, se ha de considerar lo siguiente: se muere porque “matamos al prójimo” ya sea por defecto como por exceso. En el primer caso porque no se considera la repercusión de nuestros actos en la unidad psicosomática de nuestro ser, ya que no se tiene en cuenta que en ciertas circunstancias se produce un desajuste entre la conciencia y su correlato psicofísico. En el segundo caso –por exceso- porque sobrevaloramos nuestras capacidades como humanos y vivimos con la ilusión de dominar la ciencia, y esto nos provoca una posición megalómana ante la sabiduría de la propia Naturaleza.
El interés de las propuestas de la Nueva Medicina - y de ahí su importancia - surge de que describe estos desajustes en los conflictos biológicos que, según su naturaleza e interacciones, se sitúan en los órganos y/o en el psiquismo.
Curar los síntomas no es sólo neutralizarlos con sus contrarios - lo antisintomático -, sino situarlos en un marco más global de sanación en que se ha de sentir la emoción de su sentido o propósito, y esto, si se consigue, es terapéutico. Y este objetivo se alcanza no sólo con la recuperación de la salud - desaparición de los síntomas - sino también con la muerte. En este nivel de comprensión, la enfermedad nos invita al acercamiento a un alma escindida y, en la medida que se efectúe el encuentro con esta alma, se consigue la auténtica curación. Esta aproximación queda plasmada de manera extraordinaria, en los trabajos del psicólogo arquetípico James Hillman*, ya que, según esta metáfora de la escisión, los motivos bio y psico patológicos, que se encuadran en el cuerpo y la mente, son manifestaciones - somatizaciones y psicologizaciones - que afloran de la separación que se produce en esta escisión.
Pero en esta estrategia terapéutica es preciso actuar con prudencia y tener en cuenta que todo esta interconectado: La información que trascurre en la correlación psique-cerebro-órgano no solo tiene una entrada desde lo psíquico en los considerados “conflictos biológicos” sino también desde el nivel cerebral con los cambios fisiológicos e instrumentales, y desde los propios órganos con sus repercusiones en el psiquismo . Por tanto no caigamos en la tentación de actuar como aprendices de brujos. La humildad es buena consejera...
La inmersión en el miedo en que vivimos, impregna cada uno de nuestros actos e impide la necesaria lucidez para entender la grave interferencia que provoca la interpretación de los fenómenos observados en la enfermedad y en los signos de riesgo de nuestro planeta. Y esta interpretación es la auténtica contaminación que distorsiona las relaciones con nosotros mismos, con los demás y con la propia naturaleza, y enmascara además las auténticas soluciones. En los últimos tiempos, los avances tecnológicos han sido considerables, por lo cual hoy empezamos a conocer muchas cosas y a poder lanzar hipótesis para continuar trabajando. Pero ha llegado ya la hora de dar el salto y orientar nuevas direcciones para la investigación y desarrollo del ser humano. Pero no tenemos que esperar estos cambios en lo externo: nada vendrá de fuera para arreglar nuestros problemas. Hemos de explorar nuestro interior, conocer mejor nuestra naturaleza y comprender nuestra potencialidad. La responsabilidad es nuestra.
Se trata, pues, de conocer el sistema causal que subyace en el proceso evolutivo: nada tiene sentido sino es a la luz de la evolución, donde transcurre la vida, observar y aprender… aprender... para comprender y sentir.
Aprender, por ejemplo, de los indios amazónicos, que se despertaban al ritmo de la naturaleza: poco a poco. Antes de las primeras luces, toda la familia se reunía alrededor del fuego en el centro de la choza, donde ingerían los primeros alimentos, se relataban los sueños, que trataban de interpretar buscando su finalidad o su para qué; los mayores jugaban con los pequeños y les explicaban el por qué del trabajo, los riesgos de la selva y los beneficios de su cultura milenaria.
Ha llegado el momento de una nueva forma de ver las cosas, pero esa forma es antigua, muy antigua. Cerremos, pues, el círculo:
No dejaremos de explorar
y el final de la exploración será llegar al punto de partida y conocer el sitio por primera vez.
T.S. Eliot
* Bibliografía de J- Hillman:
|
![]() |